Para Beto, el hermano de en medio, Pancho era su compañero de juegos pues aprendió a jugar carreras y a las escondidas, a perseguir la pelota y uno que otro truco que Luis le enseñó. Aliviaba sus tardes de ocio y aburrimiento convirtiéndolos en aventuras inolvidables y risas ruidosas que las ocurrencias del cachorro provocaban.
Para Luis era su amigo, confidente y compañero pues lo seguía a todos lados y era a él a quién obedecía y con quien tenía un vínculo especial. Otra de las bondades que trajo pancho a la familia fue que Luis al ser el encargado de Pancho, pues era quien lo bañaba, alimentaba y cepillaba, se convirtió en un chico responsable y que le importaban las necesidades de los demás. Pancho lo cuidaba de manera especial y le enseñó que los demás necesitan espacio y merecen respeto.
Para el Sr. y la Sra. Rodríguez Pancho fue una bendición pues cuidaba de los niños, la casa y además llenaba de amor a la familia de la cual ya era parte.
Como vez Pancho no hacía cosas fuera de este mundo o montaba actos de magia, sólo era un perro como los demás. Un animalito como tantos que son nuestros compañeros de planeta. Compañeros que sacan lo mejor de cada uno y merecen que los cuidemos al igual que a la casa en la que habitamos.