Llegamos a la época más alegre del año. Diciembre trae fiestas, esperanza y muchos momentos familiares que dejan recuerdos felices para siempre. Quiero aprovechar para compartir un cuento que mi abuela me contó.
Hace muchos, muchos años, en un pueblo rodeado por montañas vivía Jorge, un hombre joven y trabajador. El pueblo lo nombró «el piñatero» de las fiestas de fin de año. Ese año Jorge decidió que haría una piñata tan hermosa como una estrella. Quería que fuera la mejor de todas las que había hecho, así puso todo su empeño cuidando cada detalle de su obra.
Cada tarde mientras trabajaba en la piñata pensaba en lo hermosa que se vería colgada, impactaría a todos, nadie podría quitar sus ojos de ella.
Cuando llegó el día de la fiesta y vieron la piñata, la gente del pueblo exclamaba ¡que bella es!, ¡brilla como una verdadera estrella!, ¡nunca había visto una piñata así!, ¡quiero llevarla a mi casa!…
Después de admirarla por un rato, se formaron para pasar a pegarle y los más pequeños se pusieron hasta el frente. Pero mientras se escuchaba el «dale, dale, dale, no pierdas del tino…» nadie quería pegarle, solo se quedaban viéndola y extasiados por sus colores bajaban el palo y se iban.