Belén, la ciudad donde empezó la NAVIDAD.
Belén se encuentra a 9 km de Jerusalén, pero está en Cisjordania y por tanto pertenece a Palestina.
La Basílica de la Navidad es el lugar más importante de la ciudad y está cargado de significado y de simbología. El templo fue construido sobre la gruta o cueva en donde nació Jesús y fue construido en el siglo IV por la Emperatriz Helena, empeñada en preservar todos los lugares y símbolos del cristianismo. Dos siglos más tarde fue destruido por un incendio y el Emperador Justiniano lo restauró dándole la forma que ahora tiene.
BEBIDAS FELICES PARA NAVIDAD
Ponche de frutas de la abuelita
Ingredientes:
* 4 lt. de agua
* 2 piezas de piloncillo
* 3 rajas de canela
* 10 guayabas partidas en cuatro
* 20 tejocotes hervidos y pelados
* 4 manzanas partidas en octavos
* 10 ciruelas pasas
* 6 tamarindos sin cáscara
* 1 puñito de flor de Jamaica ( lavada y escurrida}
* Azúcar opcional
Procedimiento:
* 1. Hierve en una olla el agua con el piloncillo y la canela, agrega las frutas, deja hervir a fuego lento aprox. 1 hora para que se concentren bien los sabores y las frutas están suaves, incorpora la Jamaica que dará color y sabor ácido. Prueba y si deseas añade azúcar.
* 2. Sirve caliente con frutas.
Chocolate con malvaviscos
Ingredientes:
1 taza de leche
50 g de chocolate en polvo
10 bombones mini blancos (malvaviscos)
Procedimiento:
1. Coloca en una olla la leche y caliéntala a fuego lento.
2. Agrega el chocolate y mueve constantemente hasta que se derrita y no quede grumo alguno.
3. Sirve inmediatamente en una taza y agrega los bombones para que se derritan con el calor del chocolate. ¡Disfruta!
Atole de galleta
Ingredientes:
* 1 litro de leche
* 1 paquete de galletas tipo maría
* 1 lata de leche evaporada
* 1 lata de leche condensada
* 1 taza de agua
* 2 cucharadas de fécula de maíz (maicena)
* 1 rama de canela
Procedimiento:
1. En la licuadora, coloca todas las galletas junto con la taza de agua y la mitad de la leche. Deja reposar por unos minutos para que las galletas se empapen con los líquidos. Reserva.
2. Mientras tanto, en una olla amplia coloca el resto de la leche junto con la rama de canela y la leche evaporada. Cocina a fuego bajo hasta que la preparación comience a hervir.
3. Licúa las galletas con la leche hasta que se hayan disuelto lo más posible. Vierte esta última preparación en la olla con el resto de la leche. Toma un poco de la mezcla para que puedas disolver la fécula de maíz, agrégala a la olla. Tapa y deja seguir con la cocción.
4. Una vez que logre el hervor, es momento de añadir la leche condensada y mover de forma constante para que se disuelva. Si no te gustan los sabores muy dulces, puedes agregar la mitad de la leche condensada y comprobar su sabor, de ser necesario agrega poco a poco para endulzar al gusto.
5. Sigue moviendo la mezcla por 2 minutos más y retira del fuego. Sirve en tarros o tazas regulares y espolvorea un poco de canela en polvo por la superficie. Disfruta de inmediato.
LA PIÑATA QUE NO SE QUERÍA ROMPER
Llegamos a la época más alegre del año. Diciembre trae fiestas, esperanza y muchos momentos familiares que dejan recuerdos felices para siempre. Quiero aprovechar para compartir un cuento que mi abuela me contó.
Hace muchos, muchos años, en un pueblo rodeado por montañas vivía Jorge, un hombre joven y trabajador. El pueblo lo nombró «el piñatero» de las fiestas de fin de año. Ese año Jorge decidió que haría una piñata tan hermosa como una estrella. Quería que fuera la mejor de todas las que había hecho, así puso todo su empeño cuidando cada detalle de su obra.
Cada tarde mientras trabajaba en la piñata pensaba en lo hermosa que se vería colgada, impactaría a todos, nadie podría quitar sus ojos de ella.
Cuando llegó el día de la fiesta y vieron la piñata, la gente del pueblo exclamaba ¡que bella es!, ¡brilla como una verdadera estrella!, ¡nunca había visto una piñata así!, ¡quiero llevarla a mi casa!…
Después de admirarla por un rato, se formaron para pasar a pegarle y los más pequeños se pusieron hasta el frente. Pero mientras se escuchaba el «dale, dale, dale, no pierdas del tino…» nadie quería pegarle, solo se quedaban viéndola y extasiados por sus colores bajaban el palo y se iban.
Así sucedió hasta que Jorge se dio cuenta que la piñata con movimientos sencillos invitaba a las personas a irse antes de que le pegaran, parecía que una voz salía de su interior y les decía “no quiero que me rompas”.
Al darse cuenta de lo que sucedía se acercó, y con voz suave sin que nadie más escuchara le dijo:
– Te he hecho hermosa para que te admiren, pero debes dejar que te rompan.
La piñata dejó de mecerse y con su brillo parecía decir: «No entiendo, trabajaste tanto en mi y ahora ¿quieres que me destruyan?»
– No, quiero que seas tú una hermosa piñata que hace feliz a los demás al repartir lo que tienes dentro. Esa es tu misión.
La piñata entendió para que había sido hecha y aceptó que la rompieran.
Descubrió que después de haber hecho feliz a muchos con la lluvia de frutas y dulces, también ella se sentía satisfecha, pues cumplió con su misión. Además, sería recordada como la más bella piñata que ningún pueblo había visto.
Mi abuela decía que a veces hay que ser como la piñata, abrirnos para dar lo mejor de nosotros y cumplir con nuestra misión.